El mega shock de la pobreza

No hay ningún país en el mundo que haya sido inmune al impacto del COVID-19. Para cuando el COVID-19 fue declarado pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS), muchos países del Caribe ya estaban registrando su incidencia. Ningún sector de la sociedad ha sido inmune tampoco. A medida que los gobiernos se han visto obligados a introducir confinamientos, muchos hogares se encuentran sin ninguna fuente de ingresos. Esta pauperización repentina ha provocado discusiones en las redes sociales y en la prensa regular de toda la región.


Contabilización de los fondos de ayuda para la pandemia

En 2019, el mundo experimentó su tasa bruta de mortalidad más baja de la historia, con 7.525 muertes por cada 1.000 personas, según el Banco Mundial. Se estima que esta cifra ha aumentado por primera vez este siglo a al menos 7,6 en 2020. Si bien se notificaron 1.813.188 muertes por COVID-19 en 2020, estimaciones recientes de la OMS sugieren un exceso de mortalidad de al menos 3 millones de personas. A nivel mundial, a las 11:37 am CEST, 19 de julio de 2021, ha habido 189,921,964 casos confirmados de COVID-19, incluidas 4,088,281 muertes (reportadas a la Organización Mundial de la Salud). Como si la pandemia en sí misma no fuera suficiente para preocuparse desde el punto de vista de la supervivencia, hemos visto manifestaciones vibrantes de varios males perennes, como las tasas de mortalidad e infección no reportadas a nivel mundial, la desigualdad de las vacunas, las fuentes y usos de vacunas no revelados, las tasas y los riesgos de eficacia de las vacunas informados poco claros y en constante cambio, y la discriminación del pasaporte de vacunas, por ejemplo.


La respuesta del sector privado a la COVID-19 en el Caribe

Como señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2009, basándose en las lecciones aprendidas de los brotes anteriores de SARS y TCM, una pandemia puede ser gravemente perjudicial para las sociedades individuales, así como para la economía mundial y requiere una respuesta de «toda la sociedad». Un enfoque de «toda la sociedad» no significa mera consulta. Va mucho más allá de eso para proporcionar orientación, comunicación y coordinación de planes para que los servicios clave puedan continuar prestándose. Las partes interesadas incluyen empresas, sindicatos, universidades, organizaciones religiosas y caritativas (ONG). Un enfoque de «toda la sociedad» tampoco deroga de ninguna manera el liderazgo de un gobierno en la gestión de una crisis.